Jerez y sus vinos: elegancia, tradición y prestigio internacional

Los vinos de Jerez son los vinos clásicos herederos de la tradición de Andalucía y uno de los más grandes tesoros de la enología española. Finos, manzanillas, amontillados, olorosos, palos cortados, Px... y más. Vinos únicos nacidos de una viticultura milenaria, con una larga historia vinculada al comercio con el Reino Unido, un presente rodeado de cultura y rica gastronomía, y un futuro prometedor, como todo lo que se hace muy bien en España. Son vinos únicos, tremendamente complejos y diversos y todo un mundo al que conviene introducirse paso a paso, sorbo a sorbo, y terminarán acompañándonos a lo largo de toda la vida, como a nosotros.

Con más de 60 bodegas en el Consejo Regulador de las Denominaciones de Origen, los tipos de vino de Jerez son muy variados.
Actualmente se distinguen hasta trece tipos de vinos de Jerez, y cada uno de ellos tiene un color y un sabor característico.

Vino fino. El vino fino es de color pajizo, dentro de los considerados vinos generosos.
Vino amontillado. Tiene un color ámbar muy característico, y también es un vino generoso.
Vino oloroso. De color caoba y también un vino generoso.
Vino Palo Cortado. Es de color castaño y es un vino generoso.
Vino Pale Cream. Es un vino pajizo dentro de los llamados vinos generosos de licor.
Vino medium. Tiene un color castaño y pertenece a la clase de vinos generosos de licor.
Vino Cream. Para cerrar los vinos generosos de licor, es un vino caoba con bastante azúcar.
Vino Pedro Ximénez. Tiene un color ébano y es un vino dulce natural.
Vino moscatel. Tiene un color caoba que pertenece a los vinos dulces naturales
Vino manzanilla. El color pajizo, con muy poquito azúcar y un sabor muy característico.

Además, hay vinos especiales según la diferencia entre vino crianza y reserva. Encontramos vinos de entre 20 y 30 años, vinos de entre 12 y 15 años, y los conocidos como vinos de añada.

¿Sabrías decirnos cuál es su favorito de entre todos ellos? Nosotros lo tenemos fácil, nos gustan todos.

Finos y manzanillas por ejemplo, conviene servirlos frescos, entre 6-8º (8-10º los más complejos), y son ideales tanto para el clásico aperitivo con unas olivas, como para acompañar tapas, gazpacho, frituras de pescado, jamón, langostinos, anchoas y pescado crudo.

Amontillados, palos cortados y olorosos conviene servirlos a una temperatura relativamente fresca, entre los 12-15º. Acompañan de maravilla platos de distinta índole. Los amontillados son buen maridaje para cremas y consomés, atún y sardinas, espárragos, alcachofas y quesos curados, mientras que los olorosos pueden reservarse para platos a base de carnes rojas.

PX y moscateles son vinos de postre. PX para los pasteles de chocolate o sobre un helado de vainilla; moscateles para tartas y macedonias de frutas. Conviene servirlos más bien frescos, entre los 10-13º, si bien conviene adecuar la temperatura de servicio al grado de complejidad del vino: a mayor complejidad, menos frescor.

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