Gordon Ramsay: El Icono Desaprovechado que Ama España
Puede que el patriotismo nos juegue malas pasadas. A veces creemos que, por tener los mejores productos del mundo, el mundo ya los conoce y los valora. Pero no es así. La calidad por sí sola no basta si no va acompañada de estrategia, proyección y una buena historia. Y en esto, seguimos fallando.
Tenemos joyas gastronómicas de incalculable valor: el jamón ibérico, el aceite de oliva virgen extra, los quesos artesanos, las verduras de la huerta navarra, los pescados del Cantábrico, los vinos de denominaciones de origen con historia y alma… Y sí, también la mejor carne del mundo. Lo dijo Gordon Ramsay, no yo.
“Se habla mucho del Wagyu japonés, pero la mejor carne del mundo es la gallega”.
Cuando el chef más mediático e influyente del mundo anglosajón –con más de 90 restaurantes y 17 estrellas Michelin en su historial– dice eso, es para tomar nota. Pero en España, seguimos sin hacerlo.
Gordon Ramsay no solo valora nuestros productos, los utiliza. Lo hace de manera visible, consciente y con una narrativa que los pone en el lugar más alto. Su famoso solomillo Wellington, servido en Hell’s Kitchen Ibiza, no lleva cualquier carne. Lleva lo mejor de lo mejor: ternera gallega suprema. Porque como empresario inteligente, sabe que si busca la excelencia, debe rodearse de lo mejor, cueste lo que cueste. Y el cliente que lo entiende, lo paga. Y vuelve.
¿Hacen lo mismo nuestros grandes chefs en España? No siempre. Demasiadas veces prima más la rentabilidad inmediata o la picaresca que la auténtica excelencia. ¿Dónde están los restaurantes que presumen de tener el mejor jamón ibérico y lo explican desde la genética del cerdo hasta la curación de la pieza? ¿Cuántos cocineros cuentan con orgullo de qué pueblo viene su aceite o cómo fue criado ese cordero que sirve en plato principal? Pocos.
La diferencia con mercados como el estadounidense, británico o japonés es que ellos sí saben valorar lo excepcional, siempre que se lo expliques. Les fascina entender el origen, el proceso, el tiempo y la dedicación. No basta con decirles “esto es lo mejor del mundo”. Hay que mostrarles el porqué.
Y cuando lo haces, se produce el milagro. Se paralizan. Te dicen:
“¡Ahora entiendo por qué vale lo que vale! De hecho, ¡me parece barato!”
Nosotros llevamos años trabajando para abrir el mercado anglosajón a productos gourmet españoles. Y la respuesta siempre ha sido la misma: fascinación. Pero también sorpresa, porque nunca habían oído hablar de muchas cosas que damos por sentadas. Ese es nuestro fallo: creemos que el mundo ya nos conoce, cuando ni siquiera nosotros sabemos vendernos bien.
Italia no tiene ni la riqueza ni la diversidad gastronómica que tiene España. Francia tampoco. Pero lo que tienen es una marca país construida a base de visión, unidad, promoción y orgullo compartido. No se sabotean entre ellos. No compiten entre regiones. Juegan como un equipo. Y ganan. ¿Por qué no hacemos lo mismo?
Tenemos una oportunidad de oro. Si alguien como Gordon Ramsay, que mueve millones de seguidores, que impone tendencias globales, que elige productos gallegos para sus platos estrella, no ha sido aún nombrado Hijo Predilecto de Galicia, es que algo estamos haciendo mal.
¿Dónde están los responsables públicos que deberían ver este tipo de colaboraciones como una vía directa de internacionalización de nuestra gastronomía? ¿Dónde está la visión empresarial en la administración?
Se pierden en campañas de luces de Navidad en verano o en repetir clichés vacíos. No hace falta ser oftalmólogo para ver que estamos desaprovechando una oportunidad mediática, barata y con proyección internacional incalculable.
La gastronomía es nuestra mejor embajadora. Pero necesita que la apoyemos como tal.
Sir Gordon Ramsay lo tiene claro. ¿Y nosotros?
AUTOR: Israel Romero, CEO de Made in Spain Gourmet.